Wednesday, May 23, 2007
Monday, May 07, 2007
Detrás de Escena p.Valeria González
Se trata, es cierto, de una muestra inspirada en otra muestra. La intervención de Cynthia Kampelmacher en la galería Juana de Arco implica la realización previa de “Un proyecto especial” en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario. La propuesta es audaz porque conlleva el peligro cercano de ser considerada como un ejercicio de documentación de aquella otra exposición, simultánea en el tiempo pero distante y específica del sitio que ocupa. Evaluar la apuesta de Kampelmacher en términos de una re-presentación de una obra (aunque eventualmente inaccesible, aunque fuera del estatuto de objeto) acabada comporta un error grave. Y el riesgo de perdernos el trabajo de la artista, que también aquí, en el espacio de la galería, intenta ser especifico.
Solo fuera del museo intervenido puede ser mostrado el proceso de construcción, que involucró acciones superpuestas, actores múltiples, corrimientos y desfasajes en el espacio y en el tiempo. Kampelmacher refiere a la lógica del museo en un video basado en un relato lineal que conduce al resultado, y sobrepone a este un montaje de fotografías continuo pero fragmentado, donde las acciones artísticas y el estado previo del museo, los sucesos anteriores y posteriores, el espacio de oficinas que sigue funcionando como tal y los sitios que alojan la obra de la artista, todo parece coexistir. No se trata de insinuar un caos ni de lograr un efecto estético de dinamismo y ambigüedad: la pieza, que abarca toda la sala, intenta dar cuenta del fundamento conceptual que dio origen a la intervención de Rosario y describir mejor las prácticas de su producción. El antes y el después, los espacios operativos y exhibitivos se confunden porque fue la naturaleza abierta, horizontal, “artística” de las políticas institucionales de ese museo lo que inspiró la obra de la artista. Allí, ella trabajó en un doble papel: como “empleada” al renovar las cajas, carpetas, y restantes materiales de trabajo, y como “escultora” al componer, con el deshecho producido, un gran ensamble bajo la forma de una cinta de Möbius que enlaza, desde las oficinas, el adentro y el afuera, y el presente con el pasado (pues los descartes del trabajo guardan huellas de lo vivido). Las dos acciones son artísticas y complementarias. En la banda de Möbius la superficie se inflexiona pero tiene un único contorno, los lados aparentemente opuestos se enlazan sin interrupción. En el museo, Kampelmacher recurre a esta figura de origen matemático que se ha vuelto popular. En la galería la alusión a la fluidez percibida en la institución y el desplazamiento espacio temporal como procedimiento artístico son representados de un modo más audaz, menos directo. La determinación del espacio de exposición no se percibe en el arribo a un objeto artístico sino en la voluntad de tornar una intervención específica en un modelo de pensamiento y practica en el arte.
Valeria González
Solo fuera del museo intervenido puede ser mostrado el proceso de construcción, que involucró acciones superpuestas, actores múltiples, corrimientos y desfasajes en el espacio y en el tiempo. Kampelmacher refiere a la lógica del museo en un video basado en un relato lineal que conduce al resultado, y sobrepone a este un montaje de fotografías continuo pero fragmentado, donde las acciones artísticas y el estado previo del museo, los sucesos anteriores y posteriores, el espacio de oficinas que sigue funcionando como tal y los sitios que alojan la obra de la artista, todo parece coexistir. No se trata de insinuar un caos ni de lograr un efecto estético de dinamismo y ambigüedad: la pieza, que abarca toda la sala, intenta dar cuenta del fundamento conceptual que dio origen a la intervención de Rosario y describir mejor las prácticas de su producción. El antes y el después, los espacios operativos y exhibitivos se confunden porque fue la naturaleza abierta, horizontal, “artística” de las políticas institucionales de ese museo lo que inspiró la obra de la artista. Allí, ella trabajó en un doble papel: como “empleada” al renovar las cajas, carpetas, y restantes materiales de trabajo, y como “escultora” al componer, con el deshecho producido, un gran ensamble bajo la forma de una cinta de Möbius que enlaza, desde las oficinas, el adentro y el afuera, y el presente con el pasado (pues los descartes del trabajo guardan huellas de lo vivido). Las dos acciones son artísticas y complementarias. En la banda de Möbius la superficie se inflexiona pero tiene un único contorno, los lados aparentemente opuestos se enlazan sin interrupción. En el museo, Kampelmacher recurre a esta figura de origen matemático que se ha vuelto popular. En la galería la alusión a la fluidez percibida en la institución y el desplazamiento espacio temporal como procedimiento artístico son representados de un modo más audaz, menos directo. La determinación del espacio de exposición no se percibe en el arribo a un objeto artístico sino en la voluntad de tornar una intervención específica en un modelo de pensamiento y practica en el arte.
Valeria González
Wednesday, May 02, 2007
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